miércoles, 16 de septiembre de 2015

Crónica škoda Gran Fondo Buitrago de lozoya 2015

Crónica de la marcha realizada este pasado sábado 12 de septiembre en la que participamos algunos de los componentes del Club Ciclista Roselin. ¡Comienza la aventura de la škoda Gran Fondo Buitrago de lozoya!. Santi, Pedro, Estévez, David .J, David y José Maria (el calcetines rojos) lo considero del club ...ya sabéis los motivos por lo que no esta... gran tipo y talonador experimentado..jajajaja ¡sale delgado en todas las fotos!.


Para el viernes quedamos los dos David y yo, para salir a Buitrago y pasar noche. Creemos que es lo mejor, no apetece pegarte el madrugón y la pedazo de ruta de 84km. Allí nos espera Pedro, ¡qué detalle!: nos coje los dorsales y nos los deja en la habitación, ¡ya tiene un lugar en mi corazón! jajaja, ¡qué canalla!!!. Santi y José Mari prefirieron viajar el mismo día de la marcha. Noche del viernes, cena y a la cama. Muchas vueltas intentando buscar un lugar donde cenar y muchas vueltas en la cama, ¿serán los nervios o el potaje de pizzas que cenamos?. La cena no salió muy bien, pero nos reímos un rato. 

Amanece y hay pocas ganas de levantarse ¡qué bien se está en la cama!. Vamos al baño por turnos y yo el último. Comparto habitación con David, —¡vaya!, ¡lo que tardan!, —pienso, —¡estarán quemando una vela perfumada!. 

Me llama Santi y Jose Mari, que están abajo y esperan su dorsal que lo tenemos nosotros. Desayunamos y nos preparamos para la salida con algo de nervios, algo que a mi siempre me pasa. 

La organización nos separa por cajones, Santi y yo en el škoda, Jose Mari y Pedro en el Trek, (¡colón! a él le correspondía el último), y los David en el Polar. La salida da comienzo a las 9h. desde el pueblo de Buitrago de Lozoya, situado en el Valle Medio del Lozoya, a los pies del puerto de Somosierra, en plena Sierra de Guadarrama. Nos esperan 84km duros, tenemos día nublado y fresco. Hay dudas y no se qué ponerme, pero al final decido ir sin manguitos ni nada, a pelo, sólo con pensar que se empieza subiendo, está claro, y según va avanzando el día, te das cuenta que ha sido un acierto.


Nos dan la salida y salimos del pueblo por la carretera dirección San Mamés. A mitad de trayecto se suponía que nos teníamos que desviar, pero la organización ve pertinente avanzar carretera más arriba para evitar tapones en una zona algo estrecha con mucha piedra y en subida, ¡un acierto!.

Dejamos la carretera y salimos al camino donde nos vemos envueltos en una nube de polvo. Entre la gente se nota algo de nervios y tensión por encontrar su lugar ya que hay muchos que compiten desde el principio. Sabía que aún era pronto y quedaba mucho. Santi me acompaña los primeros kilómetros, por detrás, el resto de la compañía.

Pasamos por el pueblo de San Mamés donde sale la gente a animarnos a nuestro paso, y falta nos hace. Comienza la primera subida fuerte, con bastante desnivel, pica pica, primer susto: en plena subida una señora ternera casi se nos viene encima, ¡la leche qué susto!. Voy relajado intentando asimilar el esfuerzo, cuando de repente ¡zas!, me pasa Pedro que ni se da cuenta. Le aviso, pero me ignora. Lleva la vena en el cuello... ¡que tío!, jajaja, ¡adióoos!. Pedro: —Ooooooh!... ah!... ¡Santiiii! —me saluda mientras me deja atrás nada más empezar las rampas, ¡qué máquina!.

Pasamos la barrera que protege el bosque de los vehículos y entramos en una preciosa zona sombría llena de pinos, robles y hayas. Seguimos subiendo, el calor, la humedad, ¡qué manera de sudar!, tengo las gafas empapadas por el sudor. El esfuerzo es grande y más cuando Jose Mari, otro que tal baila, me dice: —¡Estévez!, ¡vamos para arriba! —a lo que contesté como pude: —¡no puedo, chico!, ¡no me veo! —total, que tiró hacia delante, imagino que en en busca de Pedro. Entonces pensé que la que se me venía encima iba a ser importante y no dejaba de mirar constantemente la gráfica. En algún momento lo paso mal, intento relajarme y subir lo más rápido posible, pero nada, ¡bufff!. 

Ya queda poco para coronar y ya casi adivino la cumbre del cerro de la Mesilla, km15, donde nos espera un avituallamiento líquido. Allí cogemos algo de isotónica y fruta y a correr. Continuamos con la primera gran bajada de regreso al valle. Descendemos a gran velocidad por un caminos combinados de zonas rodadoras y otros con algo de piedra con curvas cerradas de 180° y rectas que invitan a tirarte a saco. Zonas de grava, agua y alguna vaca despistada, ¡qué miedo!, no sabes si cruzará o se quedara quieta, es mejor cerrar los ojos. 



Bajamos muy rápido arriesgando en cada curva hasta llegar al pueblo de Villavieja de Lozoya, segundo avituallamiento liquido, km28. Salimos del pueblo girando a la izquierda dejando el asfalto para iniciar la segunda subida. Ésta es de unos 20 km con algún descanso entre medias y alguna bajada, pero sabía que esta si la pasaba, el resto sería entonces más fácil. 



Es un camino de pista, con cambios de porcentaje, pero parece que la cosa va mejor. Me empiezo a encontrar mejor y subo más alegre, ¡incluso cantando!. Es una ventaja conocer el recorrido, la verdad, te ayuda a dosificar mejor. Voy recordando las zonas. Me gusta. 



En la subida te encuentras con dos bajadas muy técnicas, llenas de piedra suelta, muy peligrosa por la inclinación. Disfruto como un enano y saco partido a la doble suspensión, pero se acaba pronto y te ves subiendo de nuevo. Subo una pista forestal bien llana y apretamos a tope hasta de nuevo coger otra zona de bosque con mucho pino. Seguimos subiendo y pasamos por un depósito de agua y más adelante pasamos una fuente en la que para mucha gente a beber. —Sigo, no necesito agua —pensé. Veo que el kilómetraje marcado no corresponde con mi cuentakilómetros, te desconcierta un poco: hay pancartas en el camino con el paso de km, pero no coinciden. km48: coronamos Peña Quemada. 



Peña Quemada es la zona más alta de la ruta: 1800m. Bonita zona, por sus espacios abiertos te deja ver un paisaje precioso de la sierra y el valle. Hay algo de viento, molesto, pero no te da tiempo a quejarte entre tanta subida y bajada a lo largo de tramos con mucha piedra suelta.  Fué aquí donde Juanma pinchó las dos ruedas cuando vinimos en agosto.



Al final de la cuesta y limitada por una valla de espino se ve agitar los brazos a un voluntario, no es para menos: acaba en curva cerrada a izquierdas para seguido coger otra bajada vertiginosa hasta otro avituallamiento. Mi sorpresa al llegar a este punto de avituallamiento con asistencia mecánica es ver a Pedro y a Jose Mari con problemas mecánicos: pinchó. (no se ve los vídeos de cómo tubelizar las ruedas y así le pasa, normal).  Una vez reparado continúa la marcha. El sr.Pedro... ¡flipas como va!, me cuesta seguirle, mientrás, detrás mío me sigue José Mari a lo largo de una bajada vertiginosa a más de 65km/h hasta la la Acebeda, último avituallamiento donde Pedro y Jose Mari se paran un rato más. Aprovecho y, viendo que me encuentro bien, tiro hacia delante. 



Km65, quedan tres repechos fuertes y ya, bajada. En el km70, el techo de la prueba, una rampa de entre un 26-30% muy dura que pocos valientes se atrevieron a subir, pues estábamos mataos con muchos kilometros en las patas. Pasado lo peor, ya solo era dejarnos caer hasta la meta a unos 12 km. 



Al corre que te pillo llegamos a Buitrago sin incidente alguno, ya que las últimas curvas algo peligrosas, llenas de arena que hizo que alguno diera con sus huesos en el suelo. Fuimos llegando todos a meta, algo cansados y llenos de polvo, ¡jajaja qué caretos!. Avituallamiento final y todo ¡bien organizado!. Comimos pasta, sandía y dulces y disfrutamos de buenas risas, fotos, una gran carrera y un compañía formidable



¡Enhorabuena a todos! Y nuestro agradecimiento a Esther que estuvo con nosotros, dando ánimos y haciéndonos la estupenda fotografía del podium, ¡un abrazo! y ¡hasta la próxima roselines!

Texto por Estevez.

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